Despierto y me pongo ante el espejo viendo como cenizas que se reflejan en mi sien, pero en cada pelo blanco que navega en mi cabeza van reflejadas todas mis vivencias.
Y me veo arrugas, grietas del tiempo sobre la piel de mi rostro que me hacen comprender que la experiencia, irremediablemente, deja, tras de sí, evidentes huellas corporales.
No sólo son los años los que me hacen envejecer, los causantes de las arrugas sobre mi cara, mis manos.., sino que lo son también, muchas veces, los trozos de sueños que murieron, sin ni siquiera haber visto la luz pero que no manifiestan, para nada en mí, un ocaso, sino que reflejan marcas y heridas de existencia que dibujan diferentes etapas del tiempo que he vivido y que aun sigo viviendo.
Calma, todavía queda un amplio espacio en mi piel para muchas más arrugas y también en mi cabeza para colmarla de níveo!!!!!
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